Imágenes vacilantes
desfilan bajo el manto
que cubre tus pestañas.
Fotografías con vida
de sueños muertos,
petrificados,
pálidos como el mármol,
fríos como la nieve
y desvencijados como vieja madera.
Están allí,
pero al abrir los ojos
se desvanecen,
tal como la brumosa niebla.
Lágrimas de mil almas
corruptas y descarnadas
flotan sobre tus párpados.
El ácido de su piel quema,
sus espinas desgarran.
Moribundos entes sin luz
esgrimen recuerdos
para atacar directo
a lo profundo de tu cien.
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