martes, 24 de marzo de 2015

El fin del camino

¿Nunca te has preguntado a donde van todos esos sueños que nunca se han cumplido? ¿no te has preguntado en donde se esconden tus sentimientos? Todo es gris y opaco en tu interior. Las sombras, aquellas que oscurecen los sentidos, se han apoderado de tu mente. La fina barrera que te separa de la locura es tan frágil que en cualquier momento podría romperse. Las luces del alba son cada vez menos resplandecientes. Y el amanecer solo trae desgracia. ¿Alguna vez te has preguntado que sucederá cuando todo acabe? ¿qué será del cuerpo que ahora habitas? Sabes muy bien que tu espíritu no vivirá por siempre. Intentas callar el profundo dolor que grita desde las profundidades de tu alma. Pero ya no es tan fácil. Ya no eres un niño. Los años te han demostrado que nada en este mundo puede ser perfecto. Debates día y noche con la muerte. Las colillas de cigarrillo se acumulan en tu ventana. Un vicio más que terminará por consumir tu vida. Al igual que el odio y el amor. Sentimientos a los que eres adicto. ¿Sabes acaso cuanto tiempo te queda antes de partir? ¿puedes cambiar el trágico destino? Lo único que puedes hacer es disfrutar de esos pequeños placeres que alivian los deseos del alma. Y sentarte a esperar el momento de abandonar este cuerpo humano. El capítulo final de tu historia. Cuando el dolor se vaya para siempre y la serenidad te envuelva. Allí encontrarás todos los sueños que has perdido. Todos los sentimientos desaparecidos. Allí, al final de los tiempos, de tu tiempo, encontrarás esa respuesta para cada pregunta. Esa pequeña brisa de paz que alivie todo sentimiento de miedo y dolor.

La extraña silueta

Miras a través de tu ventana y allí la ves. Parada sobre el césped de tu jardín. Mirando sin mirar con esos ojos sin vida. Cada mañana al despertar la encuentras en el mismo sitio. Y cuando te acuestas sigue allí. Ella no se va, siempre está ahí, observando. Jamás olvida y jamás recuerda. Su lamento silencioso lo guarda para tus horas más oscuras. Ella nunca te dejará solo. No te abandonará. Pues ella codicia tu alma y no descansará hasta tenerla en sus manos. Espera paciente el momento de atacar, el momento en que pierdas el control de tu amarga vida. Cuando todo se desvanezca ella ahí estará. Dispuesta a envolverte con sus brazos. Sus fríos brazos. Envolverte en un abrazo mortal para unirte a su gélida piel. Y te olvidarás de todo lo que ahora recuerdas. Ella no es un villano, tan solo es un héroe incomprendido. Porque cuando todo tu mundo se venga en pedazos ella será la única que te tenderá una mano.

He perdido la fe

Después de tantos fallos me he dado cuenta que la fe no sirve de nada. Dejándonos a su merced la derrota duele aún más. La decepción se hace terriblemente tormentosa. La traición se vuelve una profunda agonía. Es por eso que he optado por nunca tener fe en mi o en los demás. Solo así el fracaso se vuelve tolerable. Y para alguien que vive diariamente con esto resulta increíblemente aliviador. Mi visión pesimista es, después de todo, lo que me mantiene y me ha mantenido vivo todos estos años. Mi refugio en esta vida cargada de dolor. Irónico.

Cuando la muerte se pasea por las calles...

La noche nace y el sol se acuesta bajo su manto de horizonte. La calma retoma el aire. La luna en el cielo se asoma con timidez, soñando con bajar algún día a la tierra. Y en la oscura penumbra una silueta envuelta de negro camina por las lúgubre calles de la ciudad. La sombra tras ella forma turbios ríos que se desvanecen a su paso. Las farolas se apagan cuando la extraña encapuchada pasa bajo ellas. El sonido de los insectos se calla con cada paso. La brisa del aire se calma en el silencio. Y la silueta sigue su camino, pues nadie puede detenerla. Cuando el día da a luz a la noche ella sale de su cueva. Almas debe cosechar. Sus ojos sin vida han visto tanto dolor que estremece tan solo pensar en ello. Sus manos jamás sienten compasión. Su negra túnica carga el llanto de todos los que ya no existen. Y su gélido aliento congela toda alma con vida. Cuando la muerte se pasea por las calles a medianoche la esperanza se desvanece y el dolor se apodera de todo corazón.

Rosas marchitas

Fui depositando mis sentimientos en una vasija, uno por uno hasta que no quedó nada en mi interior. Solo la fría y amarga soledad. Tomé la vasija y la enterré en lo profundo del jardín, bajo las raíces de hermosas rosas. Pero con el pasar del tiempo los pétalos de dichas flores se fueron marchitando. Las espinas se volvieron tan rojas como la sangre. Las hojas tan negras como la noche. Aquellos cuerpos putrefactos encarnaban lo que mis sentimientos habían cultivado. Rosas marchitas era todo lo que quedaba en el olvidado jardín de mi alma.

Lamento de demonio

El viento gemía en las afueras. Eran altas horas de la noche, pero sus pensamientos no lo dejaban conciliar el sueño. Los mundos que encerraba su mente se volvían infiernos y paraísos en cuestión de segundos. Las horas pasaban demasiado lento. Las ramas crujían con las ráfagas heladas. Encerrado en su propia soledad aquel demonio lloraba. Un lamento tan difícil de entender. Pero su dolor era puro, y él más que nadie lo sabía. Su trágica alma había sufrido lo que otras no se atreverían. Las lagrimas que caían de sus ojos encerraban sus penas, sus deseos, su rencor, su eterno dolor... Sentimientos que el tiempo se había encargado de marchitar. Heridas imposibles de sanar. Bajo aquella gélida luna y el frío viento del invierno el demonio lloraba su alma destrozada.

No puedes escapar

Mira a tu alrededor. A nadie le importas. Las flores que tu cuerpo llenaban se han marchitado. El cielo es siempre gris. Los únicos pájaros que cantan ahora son los cuervos. Presagian tu muerte y no puedes hacer nada. Corre, de nada te servirá. Las frías garras del pasado te han acorralado y no tienen intención de dejarte escapar.

Ella me espera en los brazos de la muerte

Me cuesta borrar su recuerdo de mi cabeza. Cada vez que pienso en ella puedo verla. Puedo acariciarla y escucharla, pero nada es real. Solo es su alma intentando calmar el vacío que siento. Un vacío que se hace cada vez mas grande conforme pasan las horas. Infringiendo un punzante dolor en mi pecho. Paso cada noche discutiendo con la muerte. Le pregunto por qué se la ha llevado. Por qué la ha arrebatado de mis brazos. Intentado cambiar mi alma por la de ella. Pero la muerte no tiene sentimientos. No distingue entre bien o mal, simplemente se los lleva. Uno por uno. Me dice que aún puedo volver a ver a mi amada. Que solo debo dejar este mundo. Me cuenta que ella me espera, sentada bajo una verde hierba, mirando las estrellas. Que cada noche pronuncia mi nombre al compás de que yo pronuncio el suyo. Que sus lágrimas forman lagos. Lagos que llenan miles de estanques vacíos. El final podría ser el comienzo. La muerte podría ser una nueva vida. Un reencuentro. Pienso en ello cada noche hasta que me quedo dormido. Y sueño con ella, con su voz, llamándome a ese extraño mundo en donde aguarda. Debo decidir, y debo hacerlo rápido, antes de que el dolor me consuma por completo. Creo que debo irme, pues no hay nada que ansíe más que estar a su lado. No tengo miedo de hacerlo, en absoluto. Tan solo quiero volver a verla. Volver a sentirla entre mis brazos. Y estar juntos. Por siempre juntos. Bajo la oscura mirada de la muerte me voy. Al parecer su plan dio frutos. Se lleva dos almas por el precio de una. Oh, la muerte es muy astuta. Y a la vez muy fría. Pero esa no es razón para no quererla. Al fin y a cabo todo lo que siempre he deseado me espera tras las puertas de su mundo.

En las vías del tren

Solo. Completamente solo. He vuelto a caer en las vías de este viejo andén una vez más. Pero ahora el suelo se encuentra demasiado alto. Y no hay nadie dispuesto a tenderme una mano. Aunque, siendo sincero, tampoco lo espero de alguien. Estoy solo. Siento las sirenas. El tren se acerca... Y mi cuerpo, recostado sobre los rieles que alguna vez guiaron mi camino, aguarda la llegada de la amarga muerte. Una salida fácil y rápida, pero a la vez muy aliviadora. Llegó el momento de ponerle punto final a mi soledad. De ponerle punto final a mi vida. Descansar en paz es lo único que anhelo. El tren se acerca... Siento el grito ahogado de su feroz bocina. La muerte es quien conduce la enorme y mortífera arma. Su intención no es que yo me aparte. Solo me recuerda que ella está cada vez más y más cerca, y que no se detendrá. Ya no puedo hacer nada. Siento el silbido del viento aproximándose. El tren se acerca... Los recuerdos danzan una última vez bajo mis pestañas. Y el tren... oh, el jodido tren está cada vez más cerca...

El pasillo de mi muerte

Silencio. Solo escucho el silencio. Camino por un largo y oscuro pasillo. Las paredes desgarradas de este viejo lugar evocan a mi mente oscuros recuerdos. Camino sin detenerme. Las marcas en el suelo traen consigo macabras pesadillas. El terrible y sofocante olor a putrefacción hace arrugar mi nariz. Todo está cubierto de polvo. El olvido ha dejado su huella en su lúgubre recorrido por este lugar. Aquí los colores han muerto. Todo es negro y gris. La luz es escasa. Y el dolor ha tomado posesión de todo esto. Camino junto a puertas desoladas que no llevan a ningún sitio. El aire es cada vez más espeso. Ya casi estoy llegando al final. Siento una extraña brisa recorrer cada centímetro de mi cuerpo. Mi alma se desprende de mi cuerpo y sigue su camino a lo largo del pasillo de mi muerte...

Medianoche

Medianoche. La luna intenta espiar por mi ventana. Trae consigo su luz blanca y pura, procurando llenar mi cuarto con ella. Pero no la dejo entrar. Cierro la ventana y vuelvo a esconderme en mi oscuridad. Esta noche no quiero mas compañía que la de la soledad. El silencio es aturdidor. Tomo la pluma y el cuaderno y comienzo a escribir estas lineas. Plasmando el último aliento de mi alma. Sin notarlo, mis ojos se inundan de recuerdos. Empiezan a brotar frías lágrimas, escurriéndose por mis mejillas. Pequeños fragmentos del pasado, canalizados en lluvia salida, chocan contra la hoja que escribo. La tinta se escurre. Mis palabras ya no se distinguen. Los recuerdos borraron mis pensamientos y cegaron mi visión. Cierro el cuaderno y abro la ventana. Vuelvo a dejar entrar la bella luz de la luna a mi cuarto oscuro. Dejo que se lleve con ella la temible soledad. Esta noche no he podido. No he logrado vencer el pasado. Lo volveré a intentar mañana, espero que ya no sea demasiado tarde...

El suicidio de las aves

Los cantos que tanto llenaban el aire por las mañanas habían cesado. La brisa del aire, tan resplandeciente, había perdido todo su brillo. Las nubes se habían tornado grises y espesas como grandes cuerpos sin vida. Las plumas yacían en el suelo, muertas... Esperando regresar a quien habían pertenecido en vida. Pero era imposible. Ya era demasiado tarde. Todas las aves ya se encontraban muy lejos de aquí. En una tierra en la que ya no tendrán que preocuparse por ningún mal. Y es que todos los pájaros se habían suicidado... Allí, bajo los ojos de la espléndida luna. La maldad que los rodeaba los había consumido. El odio los había cegado. Y el dolor que portaban bajos sus alas era tan vasto que no los dejaba levantar vuelo. Pero toda preocupación había quedado atrás. Su fin significaba el fin de todo lo que ha ellos rodeaba. Sus plumas desparramadas sobre la tierra, a la que una vez habían pertenecido, se elevaron en una última canción y danzaron al compás de esta. Una lágrima por cada ave suicida...

Ataúd de los sueños

Después de tantos años he decidido desenterrar mis sueños. Sensaciones sepultadas en lo más profundo de mi alma. Aquellos que habían sido guardados en un gran cajón negro. Sellado a cal y canto. Un ataúd que jamás pensé que volvería a abrir. Ahora está cubierto de polvo. La cerradura oxidada es difícil de abrir. Y el olor que despide es tan putrefacto que obliga a arrugar la nariz. Tengo miedo de lo que pueda llegar a encontrar al otro lado de la madera podrida, pero algo dentro mío me obliga a seguir... Efectivamente, mis dudas eran ciertas. Dentro, todos los sueños que en algún momento de esta vida había cosechado, estaban muertos. Marchitos desde la raíz hasta la punta. Con un aspecto desagradable y mórbido... Lloré por ellos. Derramé mis lágrimas como nunca lo había hecho. ¿Por qué? Quizás porque ellos fueron los que me habían logrado mantener con vida todo este tiempo. Y sin ellos estoy tan muerto como los pétalos de una vieja flor marchita.

Perfección

Siéntate y mira el mundo a tu alrededor. ¿Acaso es perfecto? Párate frente a un espejo y observa tu reflejo. ¿Acaso es perfecto? Es inútil perder el tiempo buscando la perfección en un mundo que no sabe como llegar a ella. Los humanos jamás fuimos perfectos. Y jamás lo seremos. Estamos destinados a vivir en el error y la miseria por decisión propia. Por creer que la simple fe podría opacar el poder de la razón. Por creer que somos dueños de lo que jamás tuvimos. Por creer que el futuro del planeta radica en nosotros. Los humanos somos la causa y la consecuencia del fin. Y aún intentamos ser perfectos...

¿De qué va este blog?

Bienvenidas almas errantes. En este espacio me dedicaré a darles a conocer algunas de las líneas que escribo. Todo escrito que se verá en este blog es de mi propia autoría. Si alguno desea utilizar algo de lo que se encuentre en esta página en sus propios proyectos puede comunicarse conmigo y con gusto cederé el derecho de utilizarlos. Hablando de lo que yo escribo, cabe destacar que nunca he estudiado al respecto. Solo son líneas que flotan en mi mente y que plasmo en un papel. Cualquier sugerencia o crítica bien hecha será bienvenida. Sé que habrá más de uno al que no le guste, pero no es algo que presente un problema para mi persona. Y bueno, nada más. Espero que al menos algunos disfruten su estancia en este lugar. Gracias por leer. Un saludo.
Sjel.